#FranciscoEnParaguay: El episodio sucedió el pasado 13 de mayo, cuando el sacerdote, nuevo vicario regional de Argentina, Bolivia y Paraguay de la Prelatura del Opus Dei, se encontraba en el lugar. Urrestarazu es argentino, residió 11 años en Asunción, y hasta el presente escribe una columna diaria en Última Hora.
Según su propio relato, ese miércoles 13 de mayo se ubicó en un espacio en la plaza de San Pedro conocido como el “corralito de los argentinos”.
Cerca de las 11.00, al concluir su reflexión, el Santo Padre comenzó a saludar a los más cercanos: enfermos y ancianos, hasta que al final llegó al lugar donde se hallaba Urrestarazu. Fue cuando el padre le ofreció tereré al Papa, en una guampa que había llevado de Paraguay.
“Aceptó con gusto y bebió con calma. Hacía bastante calor. Le dije que yo era el nuevo vicario regional de Argentina, Paraguay y Bolivia (abajo había puesto las tres banderas) y me dijo: Ya lo sé, si te conozco”.
El padre Víctor le pidió entonces un consejo para su nueva labor. El Papa le respondió con cariño y firmeza: “Paciencia, mucha paciencia, paciencia. Y que tengas un corazón muy grande. Pero mucha paciencia”, le reiteró. Después, el cura le contó de un amigo común que estaba delicado de salud. Francisco le preguntó si seguía internado, y el padre le contestó que sí. Entonces, dijo que seguirá rezando por esa persona.
Según su propio relato, ese miércoles 13 de mayo se ubicó en un espacio en la plaza de San Pedro conocido como el “corralito de los argentinos”.
Cerca de las 11.00, al concluir su reflexión, el Santo Padre comenzó a saludar a los más cercanos: enfermos y ancianos, hasta que al final llegó al lugar donde se hallaba Urrestarazu. Fue cuando el padre le ofreció tereré al Papa, en una guampa que había llevado de Paraguay.
“Aceptó con gusto y bebió con calma. Hacía bastante calor. Le dije que yo era el nuevo vicario regional de Argentina, Paraguay y Bolivia (abajo había puesto las tres banderas) y me dijo: Ya lo sé, si te conozco”.
El padre Víctor le pidió entonces un consejo para su nueva labor. El Papa le respondió con cariño y firmeza: “Paciencia, mucha paciencia, paciencia. Y que tengas un corazón muy grande. Pero mucha paciencia”, le reiteró. Después, el cura le contó de un amigo común que estaba delicado de salud. Francisco le preguntó si seguía internado, y el padre le contestó que sí. Entonces, dijo que seguirá rezando por esa persona.
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